Socialicemos

sábado, marzo 15, 2014

  • Jehová Shalom: Paz a Vosotros
  • La Paz, es un derecho fruto de la Justicia
  • La Paz, no se logra con solo intenciones, las acciones, hacen corazones
  • Sólo podremos conocer la paz construyéndola con la justicia
  • La Paz, es la práctica concreta del amor
  • La paz es tener bienestar en su plenitud
  • La paz sea contigo
  • Quien obra el mal no tendrá paz
  • No hay paz para los malvados, dice Jehová (Is. 48:22)
  • Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres (Ro. 12:18)
  • La felicidad de ser llamado hijo de Dios sólo la tendrán aquellos que trabajen por la paz (Mt. 5:9)
  • Dios en Jesús (Jn. 14:27) nos ha entregado la paz para que la hagamos realidad en el mundo
  • La ciencia de la guerra le lleva a uno a la dictadura, pura y simple. (Gandhi)
  • La ciencia de la no-violencia es la única que puede llevarle a uno a una pura democracia (Gandhi)
  • Los Estados que son hoy nominalmente democráticos tendrán que optar entre hacerse francamente totalitarios o, valientemente no-violentos (Gandhi)
  •  Es blasfemo decir que la no-violencia sólo puede ser practicada por individuos y nunca por naciones, las cuales se componen de individuos
  • La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad (Juan Pablo II)
  • No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla (Eleanor  Roosevelt


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viernes, marzo 14, 2014

No somos un foro motivacional del cristianismo moderno, no somos una iglesia tradicional denominada, o un simple club de lectura bíblica, pero sí, pretendemos emular el ministerio donde "todos somos hermanos", servidores de Cristo, aprendices y maestros. Nuestro objetivo es ser edificados espiritualmente, buscando sólo la verdad de Dios en Las Escrituras, para aplicarlas en todos los aspectos de la vida, en nuestra relación con Dios y en nuestra responsabilidad colectiva o corporativa como miembros del cuerpo de Cristo.

En este ministerio de La Palabra de Dios, no exponemos puntos de vista o doctrinas personales, solo fluye La Palabra de Dios.
Por ser hombres falibles y no inspirados, es por lo que remitimos toda autoridad a La Palabra y a Cristo en La Palabra, por lo tanto, toda persona, miembro o no de los Círculos Bíblicos, deberá cotejar siempre con Las Escrituras abiertas lo que lea y escuche de nosotros, (en células, blog, redes sociales, libros, folletos y en otros textos o medios) pues las verdades de la Biblia se aprenden directamente de Dios, en comunión con él, con el corazón y la mente puestas en él.

Con el fin de ser edificados con la verdad de Dios en nuestra vida práctica, trataremos habitualmente, más no limitativo, el tema del AMOR como fruto del Espíritu Santo, esto porque entendemos que es el Espíritu Santo de Dios quien genera la limpieza, la corrección, el cambio y la transformación, y si Dios hace esta transformación en una persona, también lo hará, en ciudades y naciones enteras, es nuestra comisión.

Asimismo, extendemos y fomentamos el mensaje a favor de la dignidad humana, la dignidad social y el buen gobierno, es decir, la defensa de los Derechos Humanos, pues consideramos que por el simple hecho de ser creados a la imagen de Dios, debemos vivir con las libertades fundamentales, facultades y prerrogativas expresadas en derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales, individuales y colectivos.

Ministerio cristiano fundado en Caracas, en marzo de 2014







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miércoles, marzo 12, 2014

Vengan a ver las cosas sorprendentes que el Señor ha hecho en la tierra… «¡Reconozcan que yo soy Dios! ¡Yo estoy por encima de las naciones! ¡Yo estoy por encima de toda la tierra!» Salmo 46:10 (Biblia DHH)

Durante una predicación en ICM, nuestro Pastor Tomás Moreno se refirió a este capítulo donde el salmista reafirma en el primer verso que Dios es nuestro amparo y fortaleza y luego nos invita a no ignorar el panorama que nos rodea (situaciones de crisis, enfrentamientos, escases, guerra, hambre, etc.), a la vez, nos invita a ver todas las obras de Dios, a mirar por encima de las circunstancias y reconocer que Él es Dios y, por mucho que no agrade a nuestro gusto lo que esté sucediendo, Dios siempre interviene, nos acompaña, nos consuela y da la mejor solución. 

En la lucha diaria, en la cotidianidad, en los problemas personales, familiares, políticos, sociales, ambientales, existenciales, o en la insaciable búsqueda del bienestar y de desarrollo, no siempre vemos primero a Dios y toda su obra, tampoco procuramos vivir según su norma y su propósito, entonces es cuando Dios nos pregunta ¿Dónde estás yendo? Yo no he dejado de ser Dios… Te hice para vivir lo bueno, las bondades de mi creación y todas mis bendiciones pero cuando las cosas no vayan del todo bien no dejes de reconocer que estoy aquí más allá de tus necesidades o circunstancias.

De la misma forma nos reitera en Mateo 6:31-33 “Así que no se preocupen, preguntándose: “¿Qué vamos a comer?” o “¿Qué vamos a beber?” o “¿Con qué vamos a vestirnos?” Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan. Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas.

Con un silbido apacible Dios te invita a poner toda tu confianza en él… ¿recuerdas esta canción silbada? Don't Worry, Be Happy, no te preocupes, sé feliz.


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martes, marzo 11, 2014

Mientras que la belleza física está caracterizada por la simetría, complexión suave o proporciones adecuadas, la belleza interior se manifiesta por la demostración de cualidades o frutos espirituales como el amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5:22,23). Estos no provienen del deseo o propósito humano, sino del Espíritu Santo de Dios. La belleza interior, además de hacernos sentir bien con nosotros mismos y con las personas que nos rodean es la que debe tomarse en cuenta como el pilar más importante de nuestro carácter, es nuestra imagen.

Glorificamos a Dios con nuestra espiritualidad, pues esa gloria se ve en actos como el amor, el heroísmo, la música, el arte, etc., son las cosas de Dios que llevamos en vasos de barro (2 Corintios 4:7), somos los vasos que contenemos su gloria, de donde emana la belleza de su Espíritu, su carácter, todo lo que él es y representa.

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domingo, febrero 23, 2014


"La belleza del rostro es frágil, una flor pasajera: la belleza del alma es firme y segura." Molière.

¿Qué es la belleza interior para ti? 


¿Es habilidad de escuchar sin interrupción? ¿Salir a la acción cuando se necesita ayuda? ¿El deseo de relacionarse sin juzgar o bromear para lograr una sonrisa en el momento adecuado?

Mientras que la belleza humana física está más definida por características como la simetría, una complexión suave y proporciones adecuadas, la belleza interior es más difícil de destacar, pues para ello debemos demostrar cualidades espirituales tales como el amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5:22,23), esa belleza que nos hace sentirnos bien con nosotros mismos y con las personas que nos rodean. Todos la tenemos a la mano, pero muy pocos lo toman en cuenta como el pilar más importante para mejorar nuestra imagen.

La belleza emana de Dios y de su Gloria, pues esa Gloria de Dios es la belleza de su Espíritu. No es una belleza estética o material, sino una belleza que emana de su carácter, de todo lo que Él es. La gloria del hombre es la belleza del espíritu del hombre, la cual es falible y eventualmente pasajera, pero la gloria de Dios, la cual es manifiesta en el conjunto de todos Sus atributos, jamás se desvanece. Es Eterna.

Isaías 43:7 dice que Dios nos creó para su gloria. En contexto con otros versos, puede decirse que el hombre “glorifica” a Dios porque a través del hombre, la gloria de Dios puede ser vista en cosas tales como el amor, la música, el heroísmo, etc. – cosas pertenecientes a Dios que nosotros llevamos en “vasos de barro” (2 Corintios 4:7). Somos los vasos que “contienen” su gloria.
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El deseo de Dios está inmerso en el corazón del hombre, porque este ha sido creado por Dios y para Dios.

De muchas formas, en toda la historia y hasta hoy, el hombre ha expresado su búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso, sin embargo, en las condiciones históricas en que se encuentra, el hombre experimenta muchas dificultades para conocer a Dios con la sola luz de su razón. Aun así, este muchas veces se empeña en priorizar el conocimiento de Dios basado sólo en su razonamiento u opinión. De allí, la diversidad de creencias o formas de percibir la existencia divina en la cosmovisión.

Por ejemplo: El humanismo, una corriente del pensamiento filosófico, declara que Dios es la “razón humana”, sin necesidad de revelaciones sobrenaturales y que se puede llegar a conocer con certeza que Dios es la verdad, la bondad, la belleza, la sabiduría y el amor.

Por su parte, la nueva era, aglutina un cúmulo de creencias que al mismo tiempo pretenden todas sustituir a Dios por la autorrealización o afirman que dios está dentro de la persona y es ella quién tiene el poder de transformar sus realidades. Entre estas están (panteísmo, angelología, autoayuda, astrología, adivinación, conocimientos ancestrales, energía, espiritualidad, metafísica, libros sagrados, literatura védica, meditación, salud, religión, yoga, wicca, etc.)

Los grupos de la “nueva era” rara vez se identifican como “de nueva era” pero sus creencias y prácticas ocultas los identifican. Para explicarlo se tomará como ejemplo el Panteísmo: Todo es dios y dios es todo. Todo cuanto existe es dios o diosa. Como todo es dios o diosa la persona es también dios o diosa. Aunque los seguidores de la nueva era algunas veces hablan de Dios en términos personales, la mayoría entiende a Dios como algo impersonal. Se refieren a dios como una fuerza o energía. Cuando todo es dios (impersonal), el Dios personal de la Biblia no puede existir. Con relación a Jesucristo afirman que Jesús no es el único Cristo. Jesús fue uno de varios maestros que obtuvieron el Espíritu de Cristo (Mesías) es decir la autorrealización de la propia deidad.
Todas estas afirmaciones son falsas y por consiguiente están reñidas con La Palabra de Dios, única fuente que habla con autoridad sobre los atributos de DIOS, de la persona de Jesús y del Espíritu Santo de Dios, aún cuando el origen de la Palabra de Dios proceda de la tradición oral, en ninguno de los dos grandes bloques testamentarios (Antiguo y Nuevo Testamento) existen contradicciones acerca de la Deidad de Dios y de su relación con el hombre, por ejemplo.

El Judaísmo, de quien heredamos el conocimiento primario de Dios, basa su fe en la promesa hecha por El Creador al Patriarca Abraham donde le dice que a través de su descendencia vendría alguien por el cual el mundo sería bendecido (salvo). Esa genealogía de Abraham será a través de su hijo con su esposa Sara, Isaac, el cual es padre de Jacob (Israel) y de allí seguirá su curso hasta llegar al Rey David, personaje bíblico e histórico donde La Torah (Biblia Hebrea) y los profetas anclan el cumplimiento de esa promesa, es decir, se dice que un heredero de David (en el tiempo) sería el Mesías. Es a partir de aquí donde los Judíos dicen acerca de Jesús, que es un profeta pero no es el Mesías, por no descender de la simiente de David al no ser hijo legítimo de José, su padre adoptivo, y en cuanto a su genealogía por María, su madre, ellos asumen que ésta por ser pariente de Elizabeth (Madre de Juan El  Bautista) de las hijas de Aarón y esposa de Zacarías, sacerdote de la clase de Abias (Lucas 1:5), hace a María como descendiente de Leví y no de Judá y por ende no deviene del Rey David. En conclusión, aún esperan en el camino.
Por su parte El Islam, con una doctrina muy radical (musulmanes), dicen ser también descendientes del Patriarca Abraham a través de su hijo Ismael con la sierva Egipcia Agar, (Génesis 16), y por consiguiente herederos de la promesa hecha por Dios a Abraham, solo que esta se cumpliría a través de Ismael (primogénito) y no a través de Isaac, como afirman los Judíos (sus enemigos ancestrales). Esta es su interpretación de las escrituras. Sin embargo ellos reconocen a Jesús  como un profeta del Corán (la biblia musulmana), le llaman `Īsā o `Īsā ibn Maryam (‘Jesús, hijo de María’) y es según ellos uno muy querido por Alá (Dios) solo que desconocen su divinidad y está por debajo, de segundo, después de Mahoma su profeta y mesías.
"En cuanto a las iglesias que profesan el Judeo-cristianismo: todas las denominaciones dicen tener la “verdad” y estar en “el camino” por tener a Cristo como el eje central de su fe o de su religión, a grandes rasgos se señalan sus diferencias:
La Iglesia Católica Romana, afirma que fuera de ella, no hay salvación, al margen de lo que dicen las escrituras, que es solo por fe a través de Jesucristo. Entiéndase por escritura “La Biblia” que comprende Antiguo y Nuevo Testamentos, con la diferencia de la adición o exclusión de algunos libros entre los que manejan los católicos, ortodoxos y los protestantes (Cristianos después de la Reforma).
Los Romanos, ortodoxos y anglicanos no difieren mucho, salvo en algunos aspectos de su teología, por ejemplo, la procedencia del Espíritu Santo, si es del Padre o del Hijo, o de ambos, en cuanto a la autoridad que las rige, y en cuanto al celibato (la posibilidad o no de que el sacerdote se case).
Las Iglesias Protestantes (Llamadas así por el Papado Romano después de la rebelión de Martín Lutero y otros reformistas) sintonizan sus doctrinas muy acorde a los preceptos bíblicos, y aunque muchas de ellas se han mantenido fieles a la Palabra de Dios en el tiempo, de una forma u otra, otras tantas han devenido en posturas doctrinales más bien personales que han influido para bien o para mal en la vasta comunidad que se dice ser cristiana en el día de hoy."
Estas iglesias varían sus doctrinas, por ejemplo, en cuanto a que no todas aceptan la cualidad plural y trinitaria de Dios, algunas no aceptan al Espíritu Santo como una de las personas de Dios y otras, mal llamadas iglesias cristianas, no aceptan siquiera la Deidad de Jesucristo, siendo todas estas condiciones en una, “La Verdad”. Sin nombrar a los que añaden escritura extra bíblica validada como profética o pertinente para ser salvos. ¡Qué cosas!
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“Es mejor cojear por el camino que avanzar a grandes pasos fuera de él. Pues quien cojea en el camino, aunque avance poco, se acerca a la meta, mientras que quien va fuera de él, cuanto más corre, más se aleja. ” (San Agustín)

¿Por qué Dios en forma imperativa, advierte que debe “mirarse” el camino que se transita? Lo que quizá espera es que se puedan entender las diferencias entre algunas creencias y realidades con respecto al cristianismo bíblico; O desterrar las circunstancias distractoras del buen camino y asumir responsabilidad ante él por lo que cada quien cree o deja de creer. La Escritura dice: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.” (2Juan 1:9 RV).

Se observa el camino cuando se actúa en amor y obediencia a Dios. (1Pedro 3:15 RV) Está de más decir que esto no es un consejo que nos ofrece la Escritura, pues no hay otra opción sino “obedecer”; cuando se profundiza en el conocimiento de Dios, pues él mismo ve con preocupación la falta de conocimiento: “Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed.” (Is 5:13 RV).

Ahora, aunque el ánimo no es el de contender por la Escritura y por la búsqueda de la verdad de Dios, inexorablemente este ha sido desde el principio un lugar común, sin embargo, lo que no está bien es contender por causa de las opiniones del hombre, sino por causa de la defensa de la fe y de la forma en que Dios se ha manifestado a la humanidad para ser entendido y por consiguiente aceptado y adorado, 1Pedro 3:15 “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”

Hay un dicho que reza “Todos los caminos conducen a Roma” Y eso es afirmativo, al menos lo fue durante la época del imperio romano. Roma construyó un intrincado sistema de comunicaciones terrestres, el cual constaba de cerca de 400 vías, con más de 70.000 kilómetros de longitud, unían la capital del imperio con las zonas más lejanas hacia el África Oriental y el Golfo Pérsico. Esta red de caminos obedecía al sostenimiento del poder en los territorios conquistados.

¿Puede imaginarse el costo no solo en tiempo, sino en riquezas y hasta en vidas humanas cuando ocurría una equivocación de la ruta y después de andar muy lejos tocaba devolverse para corregir el rumbo al buen camino?

La analogía con los caminos de Roma es porque en la actualidad existen innumerables creencias dentro y fuera del cristianismo que dicen ser “el camino” para llegar a Dios (o para llegar a ser dios), tenemos por ejemplo a dos grandes religiones monoteístas como el Judaísmo y el Islam cuya fe se desprende del patriarca Abraham, aunque por diferentes vías o causas; o tal como pasa con el Hinduismo que se ha llegado a afirmar (o exagerar) que son 33 millones de dioses para una población de más de 1000 millones de habitantes, sólo en India. Aún dentro del cristianismo, luego de las primeras divisiones entre la Iglesia Ortodoxa, el Catolicismo Romano y las varias denominaciones formadas durante o después de la Reforma Protestante, se llega a calcular que existen alrededor de más de 33 mil denominaciones, sectas y grupos cristianos. Hay divisiones en grupos occidentales, grupos orientales, hay hasta cristianismo esotérico y otros tantos no categorizados aún.

¿Entonces, cuál es el camino que debo mirar? ¿Cuál será el buen camino?

Hay que observar acuciosamente en quien está “la verdad y el camino”, esto lo trató Dios con Abraham, después con Moisés, luego con Josué (Josué 1:6), a la muerte del segundo, cuando le dijo que pasara el rio Jordán, él y todo el pueblo de Israel para alcanzar la tierra prometida, ello, con la bendición de su presencia infaltable, amparo y fortaleza y tan solo un mandato para ser cumplida tal promesa: (Josué 1:7-9) “Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”.

Dios en el Nuevo Testamento retoma la promesa del camino, (si tan solo se mira) y la pone en palabras de Jesús: dijo, "Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.” Juan 14:6. Quizás es esta la afirmación más determinante hecha por alguien en todos los tiempos.  Jesucristo no es alguno de los infinitos caminos a Dios, Él es el único camino.

Jesús hizo esa afirmación extraordinaria acompañándola con obras extraordinarias, de allí que “el camino” (Él), se traduce en la libertad como regalo de amor de parte de Dios para sus hijos. Dios encarnó, vivió, padeció, murió y resucitó (Jn 1:14) para darle al hombre esa libertad, lo cual es un acto inigualable que no hizo, ni hará otro profeta, maestro, ni dios terrenal alguno.
Se debe tener conciencia de esta libertad, la cual es una mezcla de amor y de temor, necesaria para caminar hacia él a través de aciertos, errores e injusticias; para comprobar mediante su buen uso, si la religión, la creencia, la práctica espiritual, la denominación, la secta o grupo en el cual se está participando, permite adorar a Dios, vivir piadosamente y en armonía con la fe y La Palabra, sin colocar trabas ni añadir elementos o condicionamientos humanos que coarten esta libertad tan costosamente ganada con el sacrificio de Jesús en la cruz, a Él mirad…

No es ocasión de perderse en la gran oferta religiosa, sino solamente que el estilo de vida del cristiano, dé testimonio de Jesús.
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